Soñamos desde el vientre materno, y ¿qué soñamos allí cuando todavía desconocemos el mundo, cuando solo nadamos en ese pequeño océano que,nos sirve de morada?
Quizás soñamos con salir a ver esa luz que apenas percibimos, con lo hermoso del mundo que nos espera, con ver la cara de nuestros padres, del hermanito que nos habla o de los abuelos que nos miman. Luego llegamos a este mundo y seguimos soñando que todo es hermoso que tenemos el más grande de los recibimientos, y cada brazo que nos recibe nos colma de un mundo de felicidad y los sueños siguen teniendo el más bello de los matices.
Ya es el momento de llegar al colegio y soñamos con los amigos que nos esperan, con la profesora de cara amable que en la puerta nos recibe dándonos la más grande de las bienvenidas y siguen los sueños envueltos en preciosos colores donde hay juguetes y juegos, y bultos cargados de libros, y patinetas y triciclos y continuamos felices porque el colegio se ha hecho más grande al igual que nuestros amigos, nuevas ilusiones hacen nido en nuestro corazón. Ahora soñamos que la Universidad nos abre las puertas y allí estamos iniciando esa carrera que hemos anhelado y en el sueño aparecen las ilusiones que ensanchan el corazón y el sueño llega al Aula Magna y luego a una iglesia vestida de tules y rosas y vienen los sueños con caritas de niños que nos sonríen, con un trabajo donde reconocen nuestros talentos y somos altamente remunerados.
Pero aquí no acaban los sueños porque nuevas caritas nos sonríen ya cuando estamos disfrutando de la tranquilidad que siempre hemos soñado y se sientan a nuestro lado para que les contemos las alegrías de un pasado que apenas está detrás de la puerta. Ahora ya los sueños se dirigen a ver felices a los que queremos, y ya son sueños de confianza, de fe, donde anhelamos paz y una gran tranquiliad. Y es que entonces nos damos cuenta que en realidad no terminan nunca los sueños, sino que se van bordando con hilos de plata y se tejen con cantos de esperanza. Y es que la realidad es que sabemos cuando empiezan los sueños pero no cuando terminan.
Quizás soñamos con salir a ver esa luz que apenas percibimos, con lo hermoso del mundo que nos espera, con ver la cara de nuestros padres, del hermanito que nos habla o de los abuelos que nos miman. Luego llegamos a este mundo y seguimos soñando que todo es hermoso que tenemos el más grande de los recibimientos, y cada brazo que nos recibe nos colma de un mundo de felicidad y los sueños siguen teniendo el más bello de los matices.
Ya es el momento de llegar al colegio y soñamos con los amigos que nos esperan, con la profesora de cara amable que en la puerta nos recibe dándonos la más grande de las bienvenidas y siguen los sueños envueltos en preciosos colores donde hay juguetes y juegos, y bultos cargados de libros, y patinetas y triciclos y continuamos felices porque el colegio se ha hecho más grande al igual que nuestros amigos, nuevas ilusiones hacen nido en nuestro corazón. Ahora soñamos que la Universidad nos abre las puertas y allí estamos iniciando esa carrera que hemos anhelado y en el sueño aparecen las ilusiones que ensanchan el corazón y el sueño llega al Aula Magna y luego a una iglesia vestida de tules y rosas y vienen los sueños con caritas de niños que nos sonríen, con un trabajo donde reconocen nuestros talentos y somos altamente remunerados.
Pero aquí no acaban los sueños porque nuevas caritas nos sonríen ya cuando estamos disfrutando de la tranquilidad que siempre hemos soñado y se sientan a nuestro lado para que les contemos las alegrías de un pasado que apenas está detrás de la puerta. Ahora ya los sueños se dirigen a ver felices a los que queremos, y ya son sueños de confianza, de fe, donde anhelamos paz y una gran tranquiliad. Y es que entonces nos damos cuenta que en realidad no terminan nunca los sueños, sino que se van bordando con hilos de plata y se tejen con cantos de esperanza. Y es que la realidad es que sabemos cuando empiezan los sueños pero no cuando terminan.
Nelly Guerrero
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