martes, 27 de agosto de 2013

Observando la vida!

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Hoy tuve el tiempo suficiente para satisfacer una curiosidad, y no
es que me guste entrar en la vida de mis vecinos; jamás lo haría si no
es para tenderles la mano, para estar allí en los momentos que me
necesitan, ellos saben de mi gran estima y consideración.

Pero les hablaba de una curiosidad que luego les servirá y nos servirá
para reflexionar…

Muy tempranito me ubiqué en mi balcón con el pretexto de regar las
macetas, y lo hacía solo porque  en esos momentos quería ver como era la

salida de mis vecinos más cercanos.

Salió el primero, casi que terminándose de vestir, abrochando su
camisa, arreglando su correa y un poco más adelante amarrando sus
zapatos. Sus niños le gritaban despidiéndose y él con su afán no los
oía, pienso que hoy su despertador no cumplió su cometido o tal vez le
colocó la mano para callarlo en su afán de dormir un poco más. A mi
vecino le falta planificar el tiempo para lograr la puntualidad, que
es un valor que se construye con el esfuerzo.

El otro vecino cuando fue a prender su carro, este no funcionó y
frente a sus niños a quienes debía llevar al colegio antes de su
trabajo, vociferó la colección más grande de palabras que en mi vida
había oído, luego dijo:¡que vida la que tengo!, sin pensar que tiene
la vida que quiere pues de nosotros depende como la queremos llevar,
quizá no se ha detenido a oír su voz interior porque allí dentro de
nosotros mismos está la verdadera vida. Es posible que a mi vecino le
falte Serenidad, para conservar la calma cuando tenemos que enfrentar
los pequeños obstáculos que se nos presentan cada día.

Luego sale mi vecina de punta en blanco, con su cartera y su estuche
de maquillaje en la mano, da un portazo con la rapidez del rayo, y se
sienta frente al volante a maquillarse durante un tiempo largo, y yo
me pregunto, ¿no seria mejor que lo hiciese en su cuarto, cómodamente
sentada frente a la peinadora para que los trazos salgan perfectos y
los colores armoniosamente repartidos, y no esté expuesta a la
curiosidad de los que pasan a su lado?,pero a ella le falta prudencia
que es la que nos enseña a conservar la compostura.

Ahora viene mi último vecino, se despide de su esposa desde el carro
diciéndole, hasta la noche, sabes que me voy a buscar la vida . Y me
pregunto ¿y a este se le había perdido la vida? pensé...que fuerte
¿verdad?. No podía buscarla porque la vida está allí, en su respirar,
en el latir del corazón, en sus deseos, es ese don, ese regalo, el
regalo más importante y más hermoso, con el que nos despertamos cada
mañana sin acordarnos muchas veces de agradecer. Con cuanta razón
Khalil Gibrán nos dice 'El hombre lucha por encontrar vida fuera de
él, sin darse cuenta de que la vida que busca está en su interior'. A
mi último vecino le faltaba pienso yo que objetividad para ver la vida
como es, para conocerse.

Quizá a mi me falta también prudencia, pero pienso que de esta
observación nos puede quedar algo: la vida es una sola... entonces si
nos organizamos, planificamos el tiempo para tener puntualidad,
tenemos serenidad, somos prudentes en nuestra forma de actuar y somos
objetivos, podemos lograr una vida plena de satisfacciones, sin tantos
afanes que nos hacen dejar de lado las cosas importantes de la vida.
Nelly Guerrero

jueves, 1 de agosto de 2013

La lechera...


Libro pasando paginas (150Wx150H) - Libro pasando paginas


...Hay que soñar pero cuidando de llevar bien puestos los pies sobre la tierra,porque corremos el riesgo de que nos pase lo de:

La lechera
De Feliz María Samaniego

Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
"Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
merodeen cantando el pío, pío"
"Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga
ver como se le arrastra la barriga"
"Lo llevaré  al mercado:
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña".
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía!,
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.

Nelly Guerrero